Es cierto que tu tribu de novias es la que mejor te conoce, pero nadie entiende los vestidos de la tienda mejor que tu estilista de bodas. La persona que coge los vestidos y se lanza al probador está contratada para garantizar que tu experiencia sea perfecta. Han tenido en cuenta todo lo que te importa y, sinceramente, es probable que tengan un juicio más imparcial que tu familia o tus amigos. Están pensando en lo que a ti te gusta en lugar de en lo que les gusta a ellos.

Pero, al final, ignora todo el ruido y confía en tus instintos. Si en el fondo sabes que no amas algo, no es tu vestido, sin importar lo "hermosa" que tu tribu nupcial piense que eres.